ESTE RELATO ES DIFERENTE PORQUE PUEDES ELEGIR DESDE QUÉ PUNTO DE VISTA QUIERES LEER EL RELATO. SI QUIERES SABER LO QUE VIVE ALBA... SIGUE LEYENDO, PERO TE RECOMENDAMOS QUE EMPIECES DESDE LO QUE PENSABA EL JEFE DE ALBA
Pensamiento a traves de ALBA
Cuando empezó a explicarme que necesitaba una asistente personal, sólo sentía celos… unos celos irracionales y que no podría explicar nunca, pero es algo que había formado parte de mis fantasías desde que entró en mi entrevista de trabajo. Apenas sabía qué contestar a mi entrevistador y cuando entró él, lo cambió todo, el ambiente se hizo cómodo y empezó rompiendo los esquemas a aquél formal y serio jefe de personal diciendo que se había leído mi curriculum y que le encantó, que tenía grandes esperanzas puestas en mi y que cuando podía empezar, pero lo cierto es que en 5 minutos me llamó de 5 formas diferentes y mientras le decía una y otra vez que me llamaba Alba, pensé que necesitaba una asistente… y desde entonces… tengo que confesar que he fantaseado con esa relación, tanto como para encontrarme medio desnuda sobre mi cama y diciendo “si señor… lo que desee”…
Asi que me dieron ganas de decir “Yo soy lo que necesita… mi Señor”, pero claro, ni lo dije ni lo habría entendido y clavé mis uñas en mi pierna mientras escuchaba las cualidades que buscaba sin saber ni cómo llamarla… pero de repente… lo dijo… no buscaba una asistente, quería que fuera yo… y yo sólo pude quedar como una tonta:
— ¿en serio me quiere a su lado? ¿a mi? — sentía cómo toda la sangre se subía a mis mejillas mientras no sabía cómo evitar gritar de alegría y a la vez expresar que yo no era nadie para conseguir ese puesto y terminé por confesar — yo nunca he hecho nada parecido
Curiosamente veía cómo me intentaba convencer, y estaba completamente rendida. Habría dicho que si hasta con una reducción del sueldo, pero mientras mi corazón se aceleraba, yo sólo me podía imaginar entrando en su casa para preparar una reunión en su salón, un sofá blando delante de una chimenea, un jardín detrás de un gran ventanal y la piscina al fondo, iluminada y yo guapísima y seductora, mostrando que estoy dispuesta a satisfacer cualquier necesidad, a relajarle… de cualquier forma posible, incluido un masaje sensual con todo mi cuerpo…
— No se arrepentirá de tenerme a su lado, estoy segura de que puedo hacer que su vida sea mucho mejor — acabé diciéndole antes de que cambiara un ápice su propuesta.
Fue pronunciar estas palabras y vi cómo su mirada se clavaba en mis ojos y sin poder aguantar su mirada entendí que estaba contestando de forma poco profesional, pero en realidad eso es lo que quería, darle la felicidad de la forma que fuera y así sentirme realizada, y a cambio un poco de cariño, de atención, de reconocimiento… quizá simplemente una mirada en la que viera que eso no era un trabajo para mi, que era simplemente una razón.
Al día siguiente me levanté a las 5 de la mañana después de haber estado toda la noche despierta maquinando mil cosas que podía hacer y decir y a la vez pensando en cómo arreglarme o en si debería depilarme otra vez. Me probé mil cosas, unas demasiado formales, otras no me hacían sentir profesional, el maquillaje, desmaquillarme, volver a ponerme algo acorde al vestido… falda, pantalón, formal, informal. Al final opté por un ponerme superguapa, quería que la primera impresión en ese puesto, fuera la de poder llevarme a cualquier lado.
Al poco de entrar en la oficina, me di cuenta que la lencería fina no está diseñada para llevarse un día de nerviosismo, y la que había montada al llegar fue buena. Lo tenía todo pensado el muy…. Nada más llegar, habría unos 5 hombres moviendo tabiques de allá para acá y yo no sabía ni donde me iba a sentar, porque al principio pensé que estaría aún en mi mesa, al menos unos días y tenía que organizar mil cosas. ¿qué pasaba con las cosas que llevaba en ese momento? ¿Dónde me iba a sentar?
Me costó mucho tiempo y muchas horas organizarme y me tiré casi una semana haciendo casi el doble de horas, pero cada vez que levantaba la cabeza, ahí estaba… un reflejo en una mampara no me dejaba verle porque había un contraluz muy fuerte, pero veía su silueta, sabía que estaba ahí, a mi alcance si hacía bien mi trabajo, asi que… hice lo que tenía que hacer.
Por las mañanas me ponía mi mejor perfume y estaba atentísima a su entrada. Un café con leche con una pizca de chocolate, un resumen del día, comida, planing, reuniones, facturas para firmar, el plan de costes, las desviaciones, proyectos nuevos o presupuestos… lo tenía todo organizado… pero lo mejor es que el primer día que le puse ese café, me dijo que eso no era necesario, que no era un café de secretaria a jefe, sino un café de amigos… asi que… hice como si fuera mío y me tomé un sorbo y apenas lo había probado me cogió la taza, y… puede que parezca una tontería… pero cuando vi que bebía de mi misma taza me emocioné.
Todos los días a partir de ahí, hago lo mismo, me aseguro de tomar el primer sorbo mientras beso el líquido que luego él beberá… no lo sabe, pero compartimos algo más; todos los días, bromeo con si está o no caliente y me aseguro que me mira mientras le beso de esta extraña forma, delante de él, mirando a sus ojos y diciéndole… quiero que toques mis labios con los tuyos.
Pero me estoy poniendo muy tonta. Mi trabajo es excepcional y tengo unas condiciones muy curiosas, incluido una prima el día de mi cumpleaños, algo que cambió mi relación con él…
Ese dinero me llegó el unos días antes a mi cumpleaños y soy de esas personas a las que no le gusta decir cuando cumplo, prefiero regalar a que me regalen. Pensé en agradecer el regalo, pero al estar en el contrato, pensé que aquello sería algo del departamento de personal y que en el fondo era parte de mi sueldo, que simplemente era un detalle que supongo habría salido de una buena intención pero que aquello no era un regalo de verdad, no había pasión… y al pensar en esa palabra… pues pensé en darle sentido a ese regalo.
Poco me costó elegir un conjunto de lencería de lo más atrevido, pensando que sin saberlo me estaría vistiendo de esa forma que yo quería ser vestida.
Se que para él, las fechas son importantes aunque luego no las recuerde, pero le gusta celebrarlas en su día y hacer fiestas y cosas así, asi que esperé a probármelo a mi cumpleaños.
Me puse delante del espejo y madre mía, aquello me sentaba de muerte. Un sujetador que llevaba una tira por encima de la copa cerrando el pecho y con tres tiras laterales y unas braguitas asimétricas que dejaban entrever entre transparencias todo mi sexo pero que a la vez escondían la pequeña perversión de gustar, el disfrute de ver cómo excitas al hombre que deseas mientras te mira.
Al poco me lo quité, mentiría si dijese que no fue porque me puse a mil con sólo pensar en que estaba allí, mirándome y tocándome y podríamos decir que el día del estreno de verdad fue el viernes siguiente. Había preparado una reunión de amigos en un bar cerca del trabajo, no lo llamo fiesta porque soy una mujer de pocos pero buenos amigos, muy pocos realmente, pero a los que me gusta cuidar. Creo que a las personas más importantes a veces no les prestamos la atención que requieren y pasar simplemente a dar un beso a una amiga es algo que considero esencial en mi vida, simplemente porque me apetece o porque me necesitan, aunque luego lo haga menos de lo que prodigue.
El caso es que me lo puse ese día, y fue el día en el que realmente cambió todo mi mundo. Fui del mayor atrevimiento de mi vida a la mayor de las desesperaciones y vergüenzas que he pasado nunca.
Todo empezó bien, porque nada más entrar en la oficina me dijo que estaba preciosa, aunque no supiera que me pongo guapa para él cada día…
— Qué elegante vienes hoy… me gusta ¿es por una reunión o tengo que ponerme celoso?
— No creo que te pongas tu celoso.
— digamos que no te vistes así para mi
— No sabes cómo me vestiría para salir por ahí
— Se cómo vienes cuando vistes y vas a salir con amigos
— a ¿si?, dudo que te fijes.
— Pues te equivicas, vienes con vaqueros, una sudaderas bien grandes y unas deportivas… de las de baloncesto antiguas
— ¿las converse? Eso no es para jugar al baloncesto
— Las converse se pusieron de moda en mi época entre los que jugábamos al basket
— Y cuando pasaste de deportista a tener un look de madurito interesante
— Vaya… Digamos que lo de interesante me gusta más que lo de madurito, supongo que estaré entrando en una crisis de esas que nos tocan a todos… jajaja, pero no me cambies de tema… que hoy la que se ha puesto interesante eres tu
— Vale, es cierto. Hoy voy a celebrar mi cumpleaños
— ¿Es tu cumpleaños? FELICIDADES!!!, Dame dos besos….
Cuando se acerca a darme este tipo de besos siempre me coge por el hombro y no puedo evitar sentir un escalofrío que me eriza la piel del brazo.
— Fue el lunes
— ¡Pues tendríamos que haberlo celebrado!, te has quedado sin regalo
— En realidad de alguna forma si que lo has hecho. Lo pusiste en mi sueldo, una prima en mi cumpleaños y me llegó puntualmente
— Pues me alegro… compra algo elegante, algo que compraría un madurito
— Ya lo hice si te soy sincera, aunque dudo que tu lo comprases
— Y eso?, yo soy de los que disfruta con regalos poco habituales
— Me compré ropa interior y algo me dice que no te habrías atrevido
— Pues si que es atrevido de mi parte… pero la verdad es que me encanta regalar ropa interior. No a cualquiera claro…
— Claro
— Pues me parece fatal hacer algo atrevido… y no llevarme el premio de ver cómo sienta
— pues lo llevo puesto…
Según lo dije, me di cuenta de que me empezaba a mirar de arriba abajo y que metía prácticamente su nariz bajo mi blusa y no era difícil empezar a ver las tiras que rodean por la parte superior el pecho, asi que pude sentir perfectamente cómo mis mejillas se sonrojaban hasta arder en una fracción de segundo.
— Me encantaría verlo
Al escuchar aquello mi mente viajó al lunes, al momento en el que me lo estaba probando y donde acabé masturbándome pensando en esa mirada que ahora me ofrecía pero su actitud pasó de golpe a ser distraída, como si lo dijera por decir y que me dejara de mirar me hizo sentir de alguna forma despreciada o olvidada al instante. Este tipo de acciones en las que me siento el centro del mundo y de repente paso al olvido no lo se encajar.
— No creo que quieras de verdad, seguramente te defraudaría
— Pues sinceramente lo dudo, pero si me defraudase habría que devolverlo. Un regalo así tiene que tener repercusión en la autoestima y debe ser justo la contraria a lo que comentas
— Pues en primer lugar te diré que me sienta GENIAL, que mi autoestima está muy alta y en segundo lugar, no puede ser cierto lo que dices porque la ropa interior no se puede cambiar una vez puesta.
— Si me defraudase, lo haría y te compraría una perfecta
— Eso si que me gustaría verlo
— ¿verme devolver algo en una tienda?
— Ver cómo devuelves un tanga usado y la cara de la dependienta y luego la tuya cuando lo estiren delante de ti…
— ¿tan sucio estaría?
En ese momento por un lado pensaba en lo inadecuado de la conversación y por otro mi mente viajaba a mis deseos más morbosos, en cómo me gustaría que viera lo sucia que estaría yo para él, en lo que sería capaz de hacer en cómo soy capaz de mojarme cuando estoy ante la persona adecuada…
— No se puede vender ropa interior usada, parece fácil de entender — me gustó contestar fría y manteniendo mi posición fuerte, imperturbable
— Pues te reirás, dame tus bragas y lo veremos
Extendió la mano hacia mi y toda mi sensación de fortaleza se vino abajo. Mi deseo de cumplir cualquier orden se turbaba en vergüenza, en inseguridad y fragilidad
— No quiero cambiar el tanga
— Asi que es un tanga… mejor aún, eso si que podría haberlo comprado yo
— ¿No has dicho que quieres ver cómo lo cambio?
— Ni siquiera sabes donde lo he comprado
DIOS!!!... la simple idea de que estuviera con la mano extendida esperando mi tanga era algo… que no podía haber soñado, pero no me atrevía… no podía hacer algo así…
— Tu dame ese tanga… venga!! o no vuelvas a decir que no me atrevería.
Una orden directa, la impaciencia, sus ojos clavándose en los míos, sólo podía pensar en el placer que podía sentir y las piernas me temblaban, la boca se me secaba y no hacía más que tragar saliva… unos segundos eternos hasta que me di cuenta de que me estaba bajando las bragas delante de él, ya sin poder marcha atrás…
La sensación era increíble… por un lado placer, por otro ver cómo mi cuerpo seguía instrucciones sin rechistar, al contrario, gozosa de hacerlo y luego… mi mente intentando conectarme a la realidad de donde y con quién estaba.
Sentía su mirada clavada en mi y sin atreverme a levantar mi cabeza arrugué las braguitas en mi puño y las coloqué sobre su mano
El tacto de su piel en mis dedos provocaron un escalofrío en mi cuerpo que acabó con una especie de pulso en mi sexo y según abría la mano sentía cómo me humedecía, cómo sin control y sin braguitas podía sentir el frío del aire y cómo no podía evitar sentirme mojada, desnuda ante él… por primera vez aunque llevase ropa…
Al levantar la mirada y mirar su mano, pude ver cómo se soltaba la tela, cómo se estiraba dejando ver precisamente toda esa humedad en primer plano. Miré a sus ojos y pude apreciar perfectamente cómo su expresión cambiaba, cómo agudizaba la mirada y cómo me tragaba la tierra. ¿Qué había hecho?
Me lancé a recuperarla como si mi vida estuviera en juego y de alguna forma, estaba. Pero el cerró fuerte su mano quedando el tanga estirado mientras el mayor imbécil de toda la empresa entraba en la oficina sin llamar.
Pocas veces en mi vida me he sentido peor. Ganas de llorar en mi mesa o de largarme y no volver jamás… ¿qué pensaría él? ¿qué habría visto el imbécil? Y mil preguntas más surgían mientras también era consciente de que jamás había estado tan excitada.
Mi mente tomaba control poco a poco conteniendo las lágrimas, apretando los dientes, analizando que el imbécil no podía haber visto nada o se habría largado o burlado de mi, que no tenía que haber hecho algo así, pero que en el fondo lo deseaba tanto que ya estaba hecho, que seguramente esto implicaba que antes o después tendría que dejar el trabajo, que había pasado una raya muy poco profesional pero que a la vez… me había quitado las bragas y las había puesto EN SU MANO… y qué mano…
No tardó mucho en pasar por delante de mi mesa y yo no podía ni hablar, ni mirarle a la cara… ni nada… ¿qué iba a hacer?. Nos volvimos a quedar solos en el cuarto y se quedó plantado ante mi. Yo tecleaba como si aquello no fuera conmigo, pero simplemente no podía mirar, no podía llamarle cerdo por haberme puesto en esa situación y tampoco decirle que nunca antes había sentido algo tan INTENSO y tan… excitante… pero que no podía vivir asi.
Mis bragas quedaron colgadas de su mano delante de mi pantalla… y como si fuera una rana cazando las agarré para evitar que siguiera mirando aquello. Ni una palabra, nada… simplemente era una especie de tregua, una especie de calma en una situación tensa.
Tardé nada en ir al baño a ponerme las bragas…. pero nada más echar el cerrojo… me corrí… o no, no se muy bien cómo explicar esa sensación mis piernas se doblaron y sentí cómo me empapaba pero no era un orgasmo normal, era como un latigazo, algo que me hizo doblar las piernas y sujetarme entre la encimera y la mesa pero que me obligó a gemir a agacharme a… mirar aquellas bragas en mi mano. Mi único pensamiento era que las había tenido en su mano, empapadas. ¿qué podía hacer? ¿ponérmelas? Sería como si me tocara el coño….
BUMMMMM… otro latigazo me dobló de nuevo con sólo pensar aquella mano en mi coño, metiendo los dedos suavemente, buscando pellizcar mi clítoris o jugando dentro buscando el punto G… cómo puedo sentir tanta vergüenza y a la vez estar tan excitada.
Si me intentaba levantar o mover mis piernas sentía cómo lo mojaba todo y sólo podía apretar mi coño para no mancharme…
Me arrastré al wáter como pude y no sé cuánto tiempo me quedé allí… agotada y satisfecha y a la vez vergonzosa y sin saber qué hacer.
Al cabo de un rato, ya recompuesta salí y pasé el día entero pensando en lo que me había pasado y en porqué no me había puesto las braguitas. Por un lado estaba el hecho de habérmelas quitado ante él, por otro SENTIR esa extraña sensación de que todo te roza y todo se siente diferente y a la vez pensar que ponerme de nuevo aquello que habían tocado sus manos debería ser de nuevo muy especial que estoy seguro de que le habría gustado hacerlo.
Cuando me acercaba a él, sentía que algo se había roto y aún no sabía si romper esa distancia era bueno o malo, simplemente quería que él se diera cuenta de que yo estaba ahí para hacerle feliz en cualquier situación, incluso en las más extrañas como la vivida pero no me atrevo a dar un paso más, simplemente deseo que lo de él, que me coja y haga conmigo lo que quiera.
También se que desde la posición de jefe, por un lado tienen más poder sobre sus empleados pero que también si eres respetuoso, y él lo es, no debes exponer a este tipo de cuestiones tan sexuales a tus empleados y que se sientan incómodos o presionados y que por tanto tengo yo que mostrar si quiero esto o no… pero no me atrevo a decirle que simplemente deseo ser suya o simplemente que ya lo soy aunque no lo confiese.
Al finalizar el día me despedí con algo de pena y con ciertos remordimientos por no haberle dicho que viniera como amigo a mi fiesta así que empujé la puerta de cristal y de algún lado salió la fuerza necesaria para darme la vuelta e ir a invitarle a tomar algo y pensar en cómo alargar o revivir lo que había pasado.
Lo que no esperaba ver fue lo que vi. Me quedé paralizada mientras veía cómo se masturbaba… en la oficina… ¿tan INTENSO había sido el día también para él?
La cabeza un poco hacia atrás y algo reclinado… no veía su polla pero si sus movimientos, rápidos, entre pequeños gemidos, movimientos cada vez más rápidos, cada vez más bruscos….
Subí mi falda de forma instintiva, lo justo para meter mi mano bajo ella para rozar con mis dedos mi mojado y excitado clítoris… apretaba mis labios ante aquella escena imaginando su sabor, su textura, pensando en la suavidad de la piel y la fuerza que desprendería.
Mordía mis labios fuerte para aguantar hacer un simple sonido que delatara mi escondida situación, mi morboso instinto de disfrutar de él… algo que casi pierdo cuando escuché en alto mi nombre…
— Chupa bien, Alba… chúpalo todo, límpiame con tu lengua. Quiero verte sucia, la versión más cerda de ti….
En ese momento me di cuenta de que no había ilusión posible… se había encaprichado de mi como yo de él…
La ilusión de oir mi nombre volvió a bloquearme y más aún que se pusiera de pié porque entonces si que pude ver su polla… era grande, gorda, jugosa… esas pollas que siempre deseas y que crees que sólo la tienen los hombres más atractivos y que nunca conocerás… pues ahí estaba. Me escondí un poco más en mi esquina sin saber si la mitad lo habría exagerado mi mente al desearlo o efectivamente era así…
Escuché cómo entraba en el baño y aproveché para salir de allí. En el ascensor el corazón me latía a mil por hora, mezcla de haber visto algo prohibido y a la vez de la excitación de provocarle, de saber que se había masturbado pensando en mi…
Fuera hacía frío para cómo iba vestida, pero esa brisa que sentía tan INTENSAMENTE en mi sexo era fruto de mi deseo, fruto de la humedad que nuevamente me decía… lo deseas, lo deseas como no has deseado nunca a ningún otro hombre.
Me quedé un buen rato esperando paralizada a que saliera pero sin saber muy bien a qué estaba esperando… pero salió y mi corazón empezó a latir tan fuerte que pensé que se me saldría del pecho.
— Jefe!!!, que esto… yo… — mi voz temblaba y no sabía si decirle que viniera a mi fiesta o simplemente que no llevaba las bragas puestas, pero lo único que ocurrió fue que le vi con otra ropa — ¿te has cambiado de ropa?
— Eh… si, bueno da igual, me he manchado, nada más — su respuesta le puso nervioso y siguió hablando de esta mañana con un tono poco habitual en el, yo al verle con otra ropa sólo pensaba en que sabía perfectamente qué iba a hacer el al día siguiente, bien temprano iría a la oficina a por esa ropa sucia… la quería para mi… pero siguió hablando — por cierto, no tienes que preocuparte por nada, simplemente hemos vivido algo increíble y que seguramente ni tu, ni yo olvidemos nunca, pero eso no cambia nada, todo sigue igual y mañana espero verte igual en la oficina contándome cómo está todo
Yo me sentía halagada por lo que acababa de ver y no quería un día igual en la oficina, quería que ese rato que tanto me estaba costando asimilar y esas imágenes que tan grande me estaban haciendo sentir tuvieran un porqué y completar lo que estaba empezando.
— Bueno, — arranqué con voz temblorosa — ha sido un día extraño… pero yo… simplemente quería decirte que si quieres… puedes venir a mi fiesta
Vi cómo se lo pensaba pero no me atrevía a levantar la mirada mucho, y a cada segundo mi mente se arrepentía más de haber hecho algo así… nuevamente me había sobrepasado y estaba en un campo poco profesional… hasta que contestó
— ¿y si alguien me pregunta qué te he regalado?
Mis mejillas se enrojecieron pero mi mano entró en el bolso como un acto reflejo y agarrando las bragas extendí mi mano… aunque no pudiera hablar….
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