Cerró la puerta tras de si y ni siquiera dio un paso; dejó caer todo su peso en la puerta que acababa de cerrar y su cara se iluminó con una sonrisa. Abrió su mano y miró el USB que llevaba como un tesoro. Se mordió el labio instintivamente, ni siquiera sabía exactamente lo que iba a hacer con todas esas fotos, pero la sola idea provocaba un escalofrío detrás de otro que recorrían su cuerpo una y otra vez.
En su mente las palabras del fotógrafo resonaban al fondo: «Aprovechemos todos esos escalofríos..., la piel de gallina puede ser increíblemente erótica»
Salió corriendo escaleras abajo, ¿para qué esperar al ascensor cuando se tiene tanta energía?. Bajaba sin mirar a los peldaños, sentía aún su cuerpo empapado en aquella extraña excitación, en ese sentimiento entre vergüenza y orgullo, entre valentía y miedo, entre exhibicionismo y lo oculto. Tenía que contarlo, no podría aguantar esa alegría y esa tensión  por más tiempo, cogió el teléfono y lo soltó todo;
— ¡Lo he hecho! ¡Lo he hecho! — decía una y otra vez sin parar, sin esperar respuesta
— ¿Las fotos?, ¡venga ya!
En el fondo era casi un reto para que se lo contara, porque sabiendo cómo era su amiga, lo extraño era que no lo hubiera hecho antes.
— Ha sido ¡INCREIBLE!
— Déjate de adjetivos, lo quiero todo, con pelos y señales...
— Calla, que te cuento todo:
«Empezó todo el otro día: llamé para pedir hora, aunque para ser sincera, pensé que sería carísimo y que no lo iba a hacer nunca. Pero... ¡MADRE MIA, lo he hecho, lo he hechoooooo!»
Mientras lo contaba su cuerpo daba saltitos de emoción; la gente que pasaba a su lado, la miraba con un poco de envidia, por querer sentirse así... joven, atrevida, emocionada de nuevo.
«El fotógrafo, ya por teléfono me pareció encantador, profesional, hablaba de enseñarme primero unas fotos de otras sesiones para ver que quería, de ropa, de color o en  blanco y negro— me preguntó para qué las usaría—si era un book profesional, o para una web; pero ya le expliqué que no, que era sólo para uso personal y creo que incluso me hizo un mejor precio; supongo que también es menos presión para él, no sé. Pero están chulísimas, ya verás, aunque me da un poco de corte enseñártelas  jajaja... »
La risa ya indicaba hasta dónde había llegado con el erotismo buscado; y ya tendría fotos para seducir a su pareja y a los que aún no conocía. Todo eso lo sabía muy bien su amiga, que escuchaba entre silencio, admiración y deseo.
«Pues casi no llamo al timbre, me agobié al pensar que iba a entrar en una habitación con un chico al que le había contado que quería fotos eróticas... me dio tanta vergüenza que casi me marcho, pero gracias a Dios que al final no lo hice. ¡Bufff... qué pasada!»
Seguía emocionada y a cada frase cortaba el relato para admirar su mano con aquel USB sin saber muy bien qué haría con todo aquello.
« Al entrar, me tranquilizó su voz y que no me dijera: «desnúdate» o algo así; al contrario, fue encantador, se acordaba de mi nombre y de que no estaba muy segura de lo que quería.
Me enseño su trabajo y el estudio. Me dijo que le podía llamar «Fer», un diminutivo, que da tranquilidad, quizá porque te hace sentir un trato familiar; también ayudó y me relaje bastante cuando vi allí a su ayudante o pareja o qué se yo: Yolanda. Es una chica supermaja, estaba recogiendo cosas y ropa y enchufando y desenchufando su móvil por toda la sala, no sé si buscando cobertura o es que directamente no le funcionaba.
El caso es que me gustó ver cómo ella opinaba de las fotos, cuales le gustaban y cuáles no, y de cómo con orgullo decía esa «soy yo»,  la verdad es que estaba guapísima en las fotos, y no porque fuera guapa— que era guapa— Por la luz y las sombras o las posturas, supongo que es la diferencia entre tener todos esos equipos de focos y luces a como lo haces tú en casa con tu móvil, pero es que el resultado era de modelo de esas que cobran en una sesión más que tú en toda tu vida»
Su amiga estaba callada mientras ella le describió el local, las sillas, las mesas, los paraguas de luz, los focos, las pantallas y las mil cámaras que había, una a una. Se había fijado en todo y nada había pasado desapercibido para ella, hasta que empezó a hablar de la sesión:
« Luego empezó a mirar la luz, cómo reflejaba mi piel, a probar focos y pantallas y empezaba a sacarme fotos y a mirar inocentemente el color, alguna vez me llamaba para que lo viera y madre mía... esa no parecía yo, estaba claro que sabía buscar ese ángulo y mi lado más ¿sexy?
Poco a poco me fui sintiendo más cómoda y me atrevía a mover el pelo; que si un "flash" o un sonríe... y mientras la cámara click, click click. Mil fotos, mil disparos, cuando me quise dar cuenta, ya estaba en sujetador y con un tirante bajado; ni me había parecido aquello atrevido. Pero cuando recapacité, un escalofrío me recorrió entera; la piel se me erizó y él, lejos de sentirse mal o hacerme ruborizar, se alegró y me dijo que la piel de gallina es súper erótica y que desnudase corriendo mis piernas. Buffff... menudas fotos salieron.
Me las enseño y ya estaba allí Yolanda, sonriente y alegre, diciendo que le parecían muy bonitas, pero se dirigió a mí y me dijo; mejor sin las braguitas ¿no? Son unas caderas muy bonitas como para no lucirlas y siguió a lo suyo, como si no hubiera dicho nada, jajajaja. Madre mía... me estaba incitando a desnudarme y como si fuera lo más normal del mundo. Yo creo que me puse colorada y  Fer me lo notó, porque desvió un poco el tema a sus focos y a las luces, pero cuando se dio la vuelta, bufff... le pregunté si quería que me desnudase ya. ¿Sabes la tranquilidad que da el tío cuando contesta como si no le importase nada?»
— ¿Te desnudaste? — estaba claro que la pregunta era más interesante para ella que las fotos en sí; quizá por envidia, quizá por ganas de hacer ella lo mismo, quizá porque ya pensaba ella en invitar a aquella sesión a su novio...
— Me fui desnudando poco a poco, según las fotos, luego me vestía y me volvía a quitar cosas... incluso llamó a Yolanda para algunas fotos y esta obedecía sin miedo ni vergüenza y bufff.... algunas fotos... tela, con otras nos reímos como locas al intentrar comer una cereza de forma sexual...

Mujer desnuda jugando en una sesión de fotos erotica

— ¿Te pusiste?
— A mil, estaba empapada, pero es que abiertamente les encantaba. Era como si fuera un premio a su trabajo y eso me ponía más y yo creo que a ellos también. Buuffff, creo que esa pareja sabe disfrutar de la vida....
— Pero... ¿Lo hicisteis?
— ¿Con ellos?.. ¡Nooooooo! Te aseguro que son súper profesionales. Ni lo pensaron siquiera, aunque se notaba a la legua que yo estaba a mil por hora. Es su trabajo y se nota. Ha sido lo más emocionante que he hecho nunca en mi vida. Tienes que hacerlo...
— Quizá lo haga, pero quiero ir con mi chico. Quiero que se ponga el también a mil viendo cómo me muevo para él, pero ante la cámara.
— Bufff... flipará...
— Dame el contacto... que me parece alucinante todo esto...
— Buffff.... luego me lo cuentas...
— Te contaré eso y lo que pase luego... jajajaja...
— Apunta corre: Están en Barcelona....pero se mueven mucho... de esta no se libra nadie de España.... verás... jajajaja
— No veo yo a tu prima... la de Madrid...
— JAJAJA. Te equivocas... ¿no sabes quién me dio el contacto?
— Venga ya....
— eso mismo dije yo... pero es que si entras a la página, seduce... mira:
  https://laeroticadelhalcon.wixsite.com/falconerotic
Bufff.... no sabes lo que voy a hacer ahora con todo esto...
— Y ¿cómo contactaste?
— por su correo, está en la página y en facebook o twitter, pero es: laeroticadelhalcon@gmail.com

Una sesión real:

Ya fuera del relato, te diré que una sesión fotográfica erótica no es distinta a lo que aquí habéis leído. La excitación del momento, la sensualidad de ir viendo las fotos y el pensamiento de lo que se hará con ellas...

Todo cuenta a la hora de programar algo así; un regalo especial, una sesión para hacer ese regalo más pícaro o incluso la sensación de ser modelo por un día... Merece la pena probar, merece la pena la experiencia, solos o en pareja... será un recuerdo inolvidable; de esos que merece la pena vivir